Guyana



Si debiéramos definir cuál es la impresión que la mayoría de los visitantes tendrá tras visitar Guyana seguramente sería "naturaleza en estado puro”. Y es que Guyana tiene infinidad de propuestas que ofrecer en ese sentido: excursiones a su selva, a sus cataratas como las Kaieteur de 226 metros de altura o a sus campos de diamantes y oro, pescar en río o mar, práctica de deportes de aventuras como rafting o buceo y mucho más, siempre teniendo como eje, eso sí, la naturaleza.

El Escudo Guayanés es una de las formaciones geológicas más antiguas de la Tierra. Se extiende a lo largo de seis países en la costa nororiental de América del Sur, y ocupa una extensión de más de un millón de kilómetros cuadrados. Dentro de ella se encuentran los famosos y espectaculares tepuyes (tepuy en pemón significa cerro o montaña), montañas de cima plana que sobresalen centenares de metros del suelo circundante y cuyas laderas cortadas a pico hacen aparentemente inalcanzables sus cimas. 


Uno de los tepuyes más espectaculares es el Monte Roraima. Fue el primero de los grandes tepuyes en ser escalado y en su cima, además de un paisaje sobrecogedor, encontramos un trifinium, una triple frontera, entre Venezuela, Guyana y Brasil. También es parte del escenario de una vieja disputa territorial. Guyana queda exactamente entre Venezuela y Surinám y es un país propiamente tropical.


La zona costera es en la que habita el 90% de su población, ya que en el interior se sitúa una gran región selvática. También encontramos el macizo de las Guyanas, que está hacia el oeste y el sur. El nombre de Guyana significa “tierra de las aguas” en indígena y este país hace gala de ello perfectamente.

Las Cataratas Kaeiteur, en Guyana, son el principal y más hermoso atractivo turístico de todo el país. La caída de agua aquí es incluso 5 veces mayor a las cataratas del Niágara, con más de 230 metros en medio del espectacular paisaje de la selva virgen. Sin embargo, estas cataratas son poco conocidas en el mundo. Esto es favorable para los turistas que deseen visitarlas sin el tumulto de todos los viajeros. Ubicadas en medio de la exuberante vegetación, el lugar ofrece un clima caluroso del que hay que estar preparado.

Pero tampoco hay que olvidar sus ciudades; la más importante su capital, Georgetown. Está casi completamente por debajo del nivel del mar y protegida por diques. Aunque fue fundada por los franceses, la ciudad también tuvo presencia holandesa e inglesa (de ahí que su lengua oficial sea el inglés) durante su historia. Hoy en día es la capital administrativa de un país que combina su industria de bebidas no alcohólicas, cerveza y productos de madera con su actividad agrícola y la explotación de minerales.

Rodeada de mar, Georgetown destaca por su arquitectura colonial con edificios tan representativos como su catedral (hecha de madera y uno de los más altos del mundo), la casa del presidente y los tribunales. Otro de los lugares que os recomendamos visitar son sus mercados (sobre todo Stabroek Market y Water Market), llenos de movimiento y color, y su espectacular Jardín Botánico.  


  


Además de por las instalaciones espaciales, Kourou, en la Guyana francesa es famoso por tener una de las playas extrañas más bonitas del mundo. Allí la arena no es dorada, ni blanca, ni tan siquiera negra. Es de color verde. Además, de un profundo color verde. Esto se debe a que está compuesta principalmente por olivino. El olivino es un mineral volcánico (un neosilicato) que además se suele emplear como piedra semipreciosa (o preciosa). Otro detalle interesante de Kourou es que sus aguas no suelen ser tan azuladas como en otros sitios y es que la confluencia de ríos y afluentes tintan el agua de un color pardo marrón, lo que encaja perfectamente con el color de las arenas.

Las tres cuartas partes del oeste del país son reclamadas por Venezuela, lo que representa el 74,21% del territorio actual, zona llamada por ésta como Guayana Esequiba. Su otro vecino, Surinam, reclama para sí una parte del territorio oriental.  Oro, petróleo, gas natural, diamantes, bauxita, agua dulce, uranio, miles de tierras cultivables, incluso, hasta el codiciado coltán. Son pocas las zonas en el mundo, en especial con 159.500 kilómetros cuadrados más fachada marítima, que reúnen todos los recursos antes mencionados. 

Pero, en Suramérica si existe: la Guayana Esequiba o Territorio del Esequibo, un área que cumple más de 100 años en reclamación y con un futuro incierto. Se trata de una parte del llamado escudo guayanés comprendida entre el oeste del río Esequibo hasta el hito en la cima del monte Roraima. Tiene una extensión de 159 500 km² que la República Cooperativa de Guyana administra como propio, pero cuya soberanía es reclamada por Venezuela basándose en el Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966. En imagen la triple frontera entre Venezuela, Brasil y Guyana en el fabuloso Roraima.





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